La sastrería vuelve a escena (pero no como la conocías)
La nueva silueta no grita. Es sutil, elegante, y está pensada para durar. El blazer se ajusta, los pantalones se estructuran y el abrigo se convierte en protagonista. Los trajes se vuelven una armadura estética para navegar el mundo post-streetwear.
Los colores acompañan este nuevo mood: grises suaves, tonos tierra, azul petróleo, crema y negro. El maximalismo de logos y prints se baja del escenario para dejar lugar a una paleta silenciosa, pero poderosa.
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Texturas que cuentan historias
En este nuevo ciclo, las telas no solo abrigan: hablan. Lana, alpaca, cashmere, tweed, bouclé. La textura toma protagonismo y lo artesanal se revaloriza. Las prendas tienen peso visual, estructura y una calidez que va más allá de lo físico: es emocional.
Lo “peludo” y lo “natural” también se instalan como códigos clave. Abrigos oversize que parecen sacados del campo europeo, cuellos de borrego, detalles en pelo sintético y hasta referencias pastoriles. El lujo no está en el brillo, sino en lo táctil.
Menos hype, más legado
Las prendas que llegan no son para el algoritmo. Son para vos. Para tu guardarropa real. Esa es la nueva visión: moda que perdura, que se hereda, que se adapta. Una especie de anti-viralidad que, paradójicamente, marca tendencia.
Este giro también habla de una necesidad más profunda: volver a lo simple, a lo funcional, a lo que tiene sentido. En un mundo sobresaturado de estímulos, el lujo más valioso es el silencio visual. Y eso se traduce en prendas que no necesitan gritar para ser inolvidables.

¿Y el streetwear? ¿Murió?
No del todo. Pero perdió el monopolio. Ya no es el lenguaje dominante. Ahora se reconfigura, convive, y se convierte en un acento más que en un estilo entero. La nueva generación no quiere pertenecer a una tribu, quiere vestirse con libertad.
En resumen…
La moda entra en una etapa de madurez. Se inspira en el pasado, pero con los pies bien plantados en el presente. La temporada 2026/27 será recordada como el momento en que el streetwear se volvió susurro… y la elegancia volvió a hablar fuerte.