Chillax: la nueva (y no tan nueva) tendencia que conquista el invierno con estilo relajado
En las últimas semanas, un nuevo término se volvió tendencia en redes y plataformas de moda: Chillax, una palabra que fusiona chill y relax, y que en español ya fue rebautizada como “estilo de los lentos” o “modo relajado y canchero”. Más allá del nombre, esta tendencia refleja un cambio profundo en cómo nos vestimos… y en cómo queremos vivir.
¿De dónde viene esta palabra?
Con raíces en la cultura juvenil estadounidense, chillax empezó como una expresión para cortar la tensión en una charla y bajar un cambio. En redes, memes y frases tipo “just chillax”, el término empezó a usarse como una actitud de vida. Hace algunos años cruzó fronteras y llegó a China, donde derivó en la palabra Chillaxing, traducida como “aceptar todo con tranquilidad”, que se volvió símbolo de una nueva manera de vestir y de vivir: sin presiones, con comodidad, pero sin perder estilo.
El uniforme del Chillax: cómodo, relajado y con onda
Este estilo —que ya compite con el old money y el bagelcore en el top de tendencias— se caracteriza por siluetas amplias, texturas suaves y una apariencia descontracturada pero pensada. Las prendas clave: tapados envolventes, sweaters oversized, pantalones holgados, zapatillas o mocasines planos y todo aquello que combine elegancia con relajo.
Algunas marcas que lo vienen trabajando desde hace tiempo son The Row, Lemaire, Bottega Veneta y Jil Sander, que han llevado este mood a la pasarela en versiones donde la moda no busca impresionar, sino transmitir autenticidad. Los looks que propone Chillax invitan a abrazar lo cotidiano, a desacelerar, y a sentirnos bien con lo que usamos sin tener que esforzarnos de más.
No es nuevo, pero ahora tiene más sentido que nunca
Aunque pueda parecer una novedad de TikTok o Xiaohongshu, este tipo de estética tiene años en el radar fashion. Basta mirar los streetstyles de Hailey Bieber, pionera en combinar tapados XL con joggers y zapatillas, para notar que el Cozy Comfy Athleisure ya venía diciendo algo. Lo que cambió es el contexto: después de la pandemia, en un mundo agitado y con economías frágiles, la idea de una moda relajada, accesible y emocionalmente reconfortante, se volvió casi una necesidad.
Términos como “slow morning”, “lazy fashion” o “estilo suave” reflejan ese mismo deseo: dormir un poco más, vestirse sin vueltas, priorizar el bienestar antes que la rigidez del look de oficina.
¿Una moda de clase alta con espíritu popular?
Aunque parezca contradictorio, el Chillax también se conecta con el auge del estilo “old money”. Según el economista Tyler Cowen, la élite muchas veces prefiere mostrarse estable y sin cambios, y eso se refleja en looks que no gritan lujo, pero lo insinúan. Como decía la periodista Dana Thomas: “el verdadero lujo es sentirse tan cómodo en un vestido carísimo como si fuera una remera”.
Por eso, mientras muchas personas ajustan sus gastos, marcas como Loro Piana y Brunello Cucinelli, conocidas por su calidad y sobriedad, siguen ganando adeptos: venden no solo prendas, sino una fantasía de vida estable, pausada y sin sobresaltos.
Entonces, ¿vale la pena subirse al tren del Chillax?
Totalmente. Porque más allá de si usás una prenda de diseñador o algo que te compraste en el barrio, el Chillax propone otra manera de pensar la moda: no como un esfuerzo, sino como una prolongación del propio bienestar.
En palabras del sociólogo Georg Simmel, la moda siempre busca diferenciarse, pero también unir. Tal vez por eso, esta estética que parecía de elite hoy se volvió accesible, deseable y —sobre todo— posible para todos los que buscamos un poco de calma en medio del ruido.