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De la casa de Gianni y Donatella al museo
Vitale arrancó desde los archivos más íntimos de la marca: imaginó la casa que habitaron Gianni y Donatella en los años 80. Una cama deshecha, vasos medio llenos, ropa tirada en el piso y un aire de romanticismo caótico. Ese “resto de vida cotidiana” fue el punto de partida de la colección y también el guiño a que Versace es, ante todo, un espacio de deseo y contradicción.


La campaña “En nombre de la cultura”
Antes de la presentación, Vitale lanzó un proyecto cultural donde poetas, bailarines e ilustradores respondieron: ¿Qué significa Versace para vos?
La provocación máxima fue cuando eligió como imagen la foto de los Bronces de Riace (esculturas griegas de guerreros desnudos) y dijo: “Esto es lo más Versace que existe: belleza, deseo y hasta un poco de voyeurismo”.
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Un sexy con espíritu
Lo central de este debut: “sexy” ya no es solo mostrar piel, sino una actitud vital. Es vivir sin miedo, con el cuerpo bajo control propio, con contradicciones y con placer.
La ropa reflejó esa filosofía:
- Colores: del barroco dorado se pasó a una paleta mediterránea vibrante: amarillos solares, verdes esmeralda, azules profundos.
- Mix & match: chaquetas de cuero bordado con camisas y remeras, pantalones estampados con botas utilitarias, un choque entre lo clásico y lo callejero.
- Detalles: los icónicos vestidos metálicos ahora más ligeros, el cuero trabajado para despertar el tacto, la Medusa apareciendo en formas sutiles, espadas cortas en la cintura como guiño al poder y la provocación.
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Una invitación sin disculpas
Vitale llevó la esencia de Versace más allá de los archivos: la transformó en actitud, emoción y modo de vivir. Su mensaje es claro: tus contradicciones, tus deseos, incluso tus imperfecciones, merecen ser celebradas.
La colección Primavera-Verano 2026 no fue solo moda: fue una invitación a un mundo libre, sin ataduras ni disculpas. Un Versace que sigue siendo exuberante, pero con un nuevo pulso: con alma.